Parte 1
La necesidad del partido político de la clase proletaria
En los últimos años pareciera que un mecanismo escondido en el universo, oculto entre galaxias y neblinas cósmicas, haya acelerado el tiempo, acá en nuestra pequeña tierra. Por cada unidad temporal van ocurriendo más eventos. Se hace casi imposible omitir un día las noticias del mundo, al arriesgar pasar por alto uno y otro hecho que pudieran revolucionar la historia contemporánea humana:
-¿Qué está ocurriendo?
Los ideólogos de la burguesía (especialmente de aquella imperialista) están reconociendo -más o menos abiertamente- el fin del “neoliberalismo” (es decir, la forma, ciertamente inherente, de explotación de la clase trabajadora por la burguesía, prácticamente sin respuesta política por parte de los primeros) y de la “globalización” (o sea, la hegemonía económica y política de las naciones centrales del modo de producción capitalista contemporáneo, en la economía mundial, sin un bloque socialista fuerte capaz de hacerle un contrapeso -alias: imperialismo desenfrenado-).
Con justa razón.
-¿El comienzo del fin del “neoliberalismo”?
La cura de la protesta, al virus que ataca la humanidad (el capitalismo en su fase imperialista), se propaga, a pasos crecientes, por el mundo.
La burguesía lo presiente -de forma más o menos consciente-: sus crecientes privilegios, acumulados especialmente desde el derrumbe del Pacto de Varsovia, comienzan a ser cuestionados por cada vez más personas. En cada vez más países se alzan las masas populares –lamentablemente aún– espontáneamente…
En Francia, en Haití, en Honduras, en Chile, en Ecuador, en Colombia, -pronto en Perú y en otras latitudes (en el continente de África está aglutinándose la protesta contra las fuerzas de ocupación francesa, británica, estadounidense y, en grado menor, alemana)-, se levantan las masas populares, para -en esencia- demandar una distribución más justa del ingreso; lo que no significa más que la riqueza social no sea apropiada de forma (casi) exclusiva por quienes no trabajan pero son dueños de los medios de producción, la burguesía nacional e imperialista, sino en mayor grado por quien trabaja y, por lo tanto, crea la riqueza social, pero no es dueña de los medios de producción, el proletariado.
-¿La espontaneidad es la fortaleza del movimiento?
En la espontaneidad radica ciertamente la fuerza de estos estallidos sociales: se le ha perdido el miedo a la represión del Estado, y se ha logrado -en parte- pasar por alto a las cúpulas amarillas y corruptas, que durante ya demasiado tiempo se han expandido, como moho ácido, en las organizaciones políticas de la clase trabajadora (sindicatos, organizaciones sociales y – mucho peor aún- partidos políticos que deberían representar los intereses clasistas del proletariado); pero, a la misma vez radica en ella su profunda debilidad: la desunión, la desorganización y consecuentemente una lucha sin un norte.
Mientras sea así podrán salir el proletariado y sus aliados (la pequeña burguesía democrática, los pueblos originarios, el campesinado e incluso sectores de la gran burguesía no oligárquica y democrática), unidos -como debe ser al confrontar a la oligarquía nacional e imperialista- a las calles, en miles y en millones, pero no lograrán mejoras sustanciales y necesarias.
Mientras el proletariado, en cualquier latitud del mundo, y sus aliados no construyan el partido que organice y oriente su lucha, estarán orgánicamente desarmados. Mientras el proletariado y sus aliados no orienten sus esfuerzos, aglutinados orgánicamente en ese partido, hacia la toma del poder político, estarán políticamente desarmados. Mientras el proletariado y sus aliados no miren hacia el socialismo, objetivo materializado en aquel partido, estarán intelectualmente desarmados.
-Pero…, ¿las posiciones “anti-partido” son verdaderamente problemáticas?
Son erradas, pero ante todo peligrosas, aquellas posiciones que abierta o solapadamente niegan la necesidad del partido político de la clase trabajadora y sus aliados como herramienta, no solamente necesaria, sino fundamental para la lucha por una sociedad mejor.
Se incluyen en tales posiciones no solamente las conocidas como anarquistas, sino también las del amplio espectro revisionista. En Chile, por ejemplo, partidos históricos, cuyo símbolo ha sido la bandera roja, están negando la necesidad del partido no solamente de palabra, sino en acción, saliendo a las calles sin sus banderas. En la práctica no solamente le están negando al movimiento social el proyecto socialista como horizonte de sociedad, simbolizado históricamente con la bandera roja (desde el inicio del movimiento socialista en sí), sino que además se niegan a si mismos como partido político.
Y así es que en vez de que se vea un mar de banderas rojas, o sea, una marea de humanos con un claro horizonte social, aglutinante de todas las demandas particulares, cada pequeño grupo camina disperso portando sus demandas individuales. ¡Qué carácter tendrían hoy las manifestaciones en Chile con un mar de banderas rojas! ¡Qué carácter asumiría la lucha por una Asamblea Constituyente si las grandes masas tuvieran el socialismo como horizonte de sociedad!
Para constatar que la negación de la existencia del partido político entrega a los levantamientos populares, tanto en Chile como en las otras partes en que están ocurriendo, a la desunión, desorientación y, por lo tanto, al fracaso total, no es necesario ir al pasado de la historia humana. Mírese a Francia en que la clase trabajadora y sus aliados, simbólicamente vestidos con chalecos amarillos, han salido a las calles desde ya más de un año, sin logros, pero a cambio pérdidas en vidas humanas y mutilaciones corporales. El presidente Macron sigue gobernando y profundizando la explotación burguesa sobre la clase trabajadora y agudizando las acciones imperialistas del Estado de Francia. Y es así que los chalecos amarillos han ido reconociendo -muy paulatinamente- la necesidad de un partido político que aglutine y represente las demandas sociales del movimiento, y de la participación política. Lamentablemente, los partidos políticos que están brotando del seno del movimiento abrazan las, así llamadas, ideas “ciudadanas” y colocan en el centro no el cambio estructural de la sociedad sino solamente la renuncia del presidente Macron, como si cambiando a la persona cambiaría la hechura de la vivienda en que esa persona residía. El momento histórico de Francia demanda más que ideas “ciudadanas” y la renuncia de Macron. La falta de perspectiva del movimiento de masas en Francia es a la misma vez, la falta de una perspectiva de una nueva sociedad en el seno del movimientofrancés.
En resumen, sin partido político que porte la perspectiva del socialismo, será cavar en el agua. Esto es válido para todos los lugares en que han estado ocurriendo los levantamientos populares.
-¿Y en Chile?
La buena noticia es que en nuestra patria existe aquel partido del cambio social que aglutina a la clase trabajadora y a sus aliados: Unión Patriótica (UPA) en el que puede ingresar todo aquel que quiera cambiar Chile y no solamente a un presidente, todo aquel que no quiere dejarse engañar más por quienes están tratando de aprovechar el movimiento social para retornar a ser gobierno (los vestigios putrefactos de lo que alguna vez fue la Concertación). Justamente que se peligra que esto último ocurra es producto de la falta de cohesión del levantamiento popular en Chile. ¿Qué otra cosa si no UPA podría cohesionar al movimiento? UPA es un órgano democrático, popular, socialista, amplio cuyo objetivo es un Chile socialista, industrializado, soberano, democrático, más justo y con un mercado bajo estricto control social.
El UPA debe estar presente, representando consecuente y honestamente, los intereses populares, en todos los aspectos que incumben al qué hacer nacional. Hay que estar presentes en la calle, hay que asumir la lucha electoral. Tanto la calle como las elecciones son lucha política, son lucha de clase. Ambas luchas van de la mano. En cada espacio hay que ir ganándole la batalla a la gran burguesía nacional e imperialista.
Como herramienta política, el UPA estará presente en el proceso Constituyente, para contrarrestar los intentos de la oligarquía (que tiene en sus manos al congreso, el gobierno, los ministerios, los municipios, a la policía y al ejército, en fin, al Estado entero) de desvirtuar el proceso constituyente, de tal manera que lo esencial -el quién se apropia en mayor o menor grado de la riqueza social (la clase trabajadora y sus aliados o la gran burguesía y en ella la oligarquía)- no sufra modificación en relación con lo que se vive hoy en Chile. Solamente una potente lucha en la calle orientada políticamente es capaz de darnos una Constitución democrática y popular. La función del UPA es dar esa orientación.
¡Concentremos toda nuestra fuerza dispersa en un solo puño! ¡El proceso constituyente es por la lucha en la calle! ¡A no dejarnos arrebatar el proceso constituyente! Les invitamos a hacer UPA grande en cientos y cientos. ¡Con un proyecto político en la mano arrebatemos juntos Chile de las garras de la oligarquía nacional e imperialista! ¡Por un Chile para las grandes mayorías! ¡A refundar Chile!
Pero el fin del “neoliberalismo” no es fin del capitalismo imperialista. Y para quienes no se conforman con esto hay una noticia aún mejor:
En Chile tenemos al partido comunista, que desde 1979 hasta el presente ha estado, sin vacilar junto a la clase trabajadora y pueblos de Chile, bajo la consecuente dirección política del ex candidato a la presidencia, Eduardo Artés Brichetti: el Partido Comunista Chileno (Acción Proletaria). EL PC(AP), consecuente y permanentemente, ha rechazado y denunciado a las cúpulas amarillas, oportunistas y vendidas de la organización proletaria, se ha manifestado siempre a favor de la lucha en todas sus formas y ha sabido hacer política adecuada al momento histórico. Nunca hemos postulado más de lo que el momento histórico puede dar, pero nunca menos:
Desde su fundación, el Partido Comunista (Acción Proletaria) ha luchado por una Asamblea Constituyente. Hemos levantado esta bandera, cuando ninguno de los partidos gobernantes lo hacía. Hoy, en un oportunismo descarado, se “suman” al llamado, Chile Vamos, Nueva Mayoría, Frente Amplio, todos los partidos que emergieron de la putrefacta Concertación -la así llamada “oposición”-; ahora que ven a las masas alzadas reclamando al unísono una Asamblea Constituyente, Nueva Constitución. Desde luego que estos partido no se “suman” por “amor al pueblo, por amor a la clase trabajadora”, sino a cambio de algo, a cambio de recuperar el gobierno, para poder alimentarse por otros tantos años más del “manantial de riqueza”, que representa para ellos el Estado.
Como PC(AP) pensamos fundamental participar en el proceso constituyente, aún en la opción manipulada que ofrece el gobierno con el beneplácito de la “oposición”, de forma coordinada, de forma preparada, para lograr imponer lo más posible los puntos más esenciales de interés social para las grandes mayorías de nuestra patria. Pero dado que la burguesía, a través de sus representantes políticos, tiene el sartén por el mango, no debemos hacernos ilusiones, de que la constitución resultante de esta “convención constituyente” represente los intereses de las grandes mayorías. Podremos lograr avances como clase trabajadora, pequeños empresarios, mapuche, intelectuales, pero la Constitución seguirá reflejando esencialmente los intereses de la “apátrida” burguesía nacional y aquella imperialista. La Constitución resultante del proceso que inicia en este año, va a estar lejos de haber eliminado las contradicciones de clases. La lucha por una sociedad diferente, de carácter socialista, popular, democrática, gobernada para y por las grandes masas de la nación, ¡continuará!
¡Pero cuanto más logremos en este proceso, más allanado estará el camino para las luchas del futuro!
El PC(AP) es parte integrante del UPA. El PC(AP) integra UPA porque como comunistas sabemos, que no haremos los cambios sociales solos. Nunca, a lo largo de la historia de la lucha comunista, los comunistas han luchado solos…
Si quieres no solamente un nuevo Chile sino un nuevo mundo, si quieres una sociedad libre de clases sociales, libre de explotación del ser humano por el ser humano, en el que el que trabaja es el que recibe los frutos de su trabajo, si quieres un mundo con niñas y niños libres y felices jugando a cualquier hora en cualquier calle, si quieres un mundo con un ecosistema floreciente, vivo y dinámico, si quieres un mundo extremadamente tecnologizado y la ciencia al servicio de la humanidad, si quieres un mundo en que cada ser humano sea trabajador manual e intelectual a la misma vez, si quieres un mundo en que no haya diferencia social entre hombres y mujeres, entre etnias y entre las diferentes orientaciones sexuales, si crees que luchar con molotov es más que insuficiente y que se necesitan drones, tanques, aviones y un ejército rojo, entonces te invitamos a engrosar masivamente las filas de este partido para ser parte de la organización de la revolución socialista.
¡Hoy los tiempos lo ameritan con urgencia! ¡La decadencia del capitalismo imperialista grita por una alternativa social! ¡El comunismo debe volver a ser fuerza política!
-¿Tiene el movimiento en Chile la capacidad de dislocar al sistema desde sus mismos cimientos?
Cómo acabamos de ver, al movimiento en Chile le falta fortalecer a los dos partidos que de forma genuina buscan el cambio social: Unión Patriótica (UPA) y Partido Comunista Chileno (Acción Proletaria) – PC(AP). Cuanto mayor la debilidad de ambas organizaciones, tanto mayor la debilidad del movimiento. Urge engrosar las filas de estas organizaciones.
Pero al movimiento le falta su segunda pierna: la parte más importante de la sociedad no conforma su eje central: sus centros productivos, es decir, el trabajador organizado en sus lugares de trabajo y desde allí movilizado. Mientras eso no ocurra, el movimiento se quedará inmerso en el movimiento, pero no tendrá la capacidad de transformación social.
Urge la unidad entre el partido y los centros productivos, de modo que se pueda coordinar la lucha obrera a nivel nacional. Si los trabajadores organizados en los centros productivos coordinadamente paralizaran la producción y las vías de distribución de mercancías, toda la economía nacional colapsaría. Mientras la trabajadora y el trabajador no logren la más férrea organización en los lugares productivos, los dueños del capital se sentirán molestos, incómodos, pero no tiritarán y, por el contrario, seguirán manteniendo las cosas, al menos las esenciales, tales cuales están.
-¿Y las FFAA y de Orden?
Como comunistas también apelamos al soldado y al policía que son hijo e hija de trabajadores, de mapuche, del pequeño comerciante y productor, a ir tomando conciencia de clase, a posicionarse de lado de quienes producen la riqueza social, del lado de quienes han estado en este territorio mucho antes de la llegada de los colonos, del lado de quienes cumplen las funciones comerciales para sobrevivir y no para acaparar cuantiosas cantidades de riqueza, del lado de los intelectuales que aportan nuevos conocimientos y lo colocan al servicio de la sociedad.
El cambio social exige que la y el soldado y policía patriota, con conciencia de clase, se vayan posicionando del lado de las grandes mayorías. La mejora de la vida de las grandes mayorías es a la misma vez la mejora de vida del soldado y del policía.
Fin Parte 1
Partidos Comunista Chileno (Acción Proletaria)