Victor Iturrieta Rios
Nuestro país se encuentra hoy en una situación crítica con respecto a la capacidad adquisitiva, al menos del 90% de su población. Hace meses con virulencia (pero desde al menos 2 años) ha empezado una espiral de alzas consecutivas en todos los ítems de los gastos necesarios para las familias, especialmente aquellos elementales como lo son los alimentos (pan, harina, aceite, frutas, arroz, frutas y verduras etc., etc.) y los servicios básicos (electricidad, transporte, agua, vivienda, etc.). Aumento en el Costo de la Vida que ha sido justificado – con alto parlante en los medios de comunicación tradicionales- por la Pandemia en curso y sus restricciones a la cadena de producción y de transacción de bienes y servicios debido a los confinamientos y a las medidas restrictivas, y por otra parte por la reciente y en desarrollo Guerra en Ucrania, la cual golpearía a la Economía mundial como un todo, pero especialmente a los precios del petróleo y sus derivados, como también al acceso de alimentos como el aceite y cereales y fertilizantes vitales para los ciclos de la agricultura y la ganadería, es decir, afectaría directamente a la producción de alimentos esenciales en cualquier parte del mundo, por supuesto en Chile. Ambas justificaciones a la fuerte y permanente Alza en los productos y servicios básicos pretenden apaciguar cualquier intento de protesta o reivindicación de parte de los sectores populares y sus organizaciones sobre el precio, por ejemplo, de la Canasta Básica o el aumento real de los Salarios.
Se ha transformado en un lugar común o más bien en un “dogma neoliberal” el hecho de que “sería perjudicial para la economía en general y para los más pobres en particular” cualquier tipo de intento de regulación de los precios de los productos y bienes básicos. Peor aún se recomienda: “Hasta que pase el sarampión (crisis) comer poco, pasar frio y subvencionar a los rentistas inmobiliarios y bancarios, algo que las rentas bajas y medias vienen haciendo prácticamente desde que nacieron” (1).
Sin embargo, lo cierto es, que el “Control de Precios” como política pública táctica y estratégica ha sido utilizada en repetidas oportunidades en la historia mundial y nacional, con importantes éxitos, sobre todo cuando se le ha echado mano para enfrentar las más grandes Crisis de los últimos 150 años. Personajes tan disímiles como Franklin Delano Roosevelt, Harry Truman, Gabriel González Videla, Eduardo Frei Montalva, Salvador Allende Gossens (2) o los economistas como John Maynard Keynes, Paul Samuelson, Irving Fisher, Frank Knight, Simon Kuznets, Paul Sweezy, Wesley Mitchell y Paul Krugman (3). Como se puede apreciar los marxistas revolucionarios no son la mayoría del listado recién mencionado.
Si consideramos que hoy el mundo se encuentra en una crisis multidimensional que se expresa brutalmente en los ámbitos económicos y sociales, una CRISIS que como lo afirma el Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca al sugerir que: “la mejor analogía histórica para la inflación actual son las secuelas de la Segunda Guerra Mundial” (4), podemos decir con seguridad que medidas como el Control de los Precios de los alimentos y servicios básicos es una medida urgente que los gobiernos -como el declarado socialdemócrata de Gabriel Boric (5) – deben tomar con celeridad y no solo pensando en el corto plazo. Lamentablemente para los populares, las medidas y orientaciones provenientes de Europa y sobre todo de Estados Unidos se dirigen exclusivamente al (supuesto) Control de la Inflación galopante a través de la política monetaria, es decir, la solución a la profunda crisis económica en que nos encontramos pasaría por el incremento constante de las Tasas de Interés desde la Reserva Federal y los Bancos Centrales. Pues según las instituciones financieras internacionales encabezadas por el FMI (Fondo Monetario Internacional), el BM (Banco Mundial) y la CEE (Comunidad Económica Europea) cualquier intervención de los gobiernos con el fin de controlar los precios de productos de primera necesidad tendrá como resultado fatal el aumento del consumo de manera descontrolada lo que provocaría una escasez de los mismos, además, de golpear a los productores -sobre todos a los pequeños y medianos- a los cuales no se les haría rentable continuar con la producción o con la prestación de sus servicios. Esta tesis se cae a pedazos cuando analizamos un hecho reciente y por todos conocido, a saber, la intervención pública en la cadena de producción, de distribución y de precios de productos sanitarios en general y principalmente mascarillas, ventiladores mecánicos y test de antígenos. Lo cual NO generó ninguna quiebra de empresa, ni una ruptura del sistema económico imperante, ni se multiplicó el mercado negro, menos aún se trastocó -por este hecho- el mercado del trabajo, más aún la oferta aumentó y no se produjo un el fenómeno perverso anunciado por lo garantes de la fé neoliberal.
Si retomamos el aspecto Histórico sugerido más arriba podemos afirmar que en la Historia mundial en los últimos 150 años se han vivido 2 periodos “similares” al actual, los periodos posteriores a la 1° y 2° Guerra Mundial. En el primer caso el alza sostenida de los precios de bienes de primera necesidad no fue enfrentada por los gobiernos europeos de buena manera, como lo denunció en varias oportunidades el economista John Maynand Keynes (6), como plantea el doctor en historia Juan J. Paz-y-Miño Cepeda (7) la: “sociedad económica en que vivimos es incapaz de conseguir el pleno empleo y mantiene una arbitraria y desigual distribución de la riqueza y los ingresos. Abogó, por tanto, por el intervencionismo estatal en la economía, a fin de dinamizar la demanda y con ello el empleo”, razón por la cual la intervención del Estado – y del gobierno- también debe recaer en los precios. Keynes no fue escuchado y sus propuestas no se aplicaron o solo se hicieron de manera marginal, en gran parte la no intervención de lo público en la economía y en especial del Control de Precios significó la vorágine que llevaría a la gran depresión de 1929, de la cual la Unión Soviética estuvo libre.
Para el caso de América Latina, los gobiernos llamados progresistas introdujeron mejoras reales y sostenidas en la vida de la población y desde la década del 50’ (periodo posterior al término de la 2da Guerra Mundial) utilizaron distintos Sistemas de Fijación de Precios, que en la mayor parte de los países del sur del Rio Bravo significó un descenso en la extrema pobreza y en la desnutrición generalizada (sobre el 70% de la población) (8).
Para el caso puntual de Chile, es importante destacar que el Sistema de “Fijación de Precios” existió en nuestro país durante buena parte del Siglo XX, el cual permitió a los gobiernos de Frei Montalva y de Allende Gossens disminuir progresivamente la desnutrición de amplios sectores de la población, en especial de los niños.
Fue Pinochet, por influencia de Sergio de Castro (Chicago Boy), quien a través de un Decreto con Fuerza de Ley (DFL) el N° 522, elimina el Sistema de Fijación de Precios, lo cual sucedió pocos días después del Golpe fascista, el 15 de octubre de 1973 (9).
Pero finalmente, la posibilidad real de contener la inflación de la economía nacional, sabiendo que somos unos de los países más abiertos al mercado mundial y al capital trasnacional pasa específicamente por Voluntad Política, la voluntad de ser un gobierno al servicio de las grandes mayorías, la voluntad de intervenir – no solo a través de un Sistema de Fijación de Precios que se hace urgente- en aquellos aspectos cruciales para el mejoramiento de las condiciones materiales de vida de los trabajadores y los pueblos de Chile, donde los alimentos y los servicios básicos deben tener una relevancia especial. Hoy cuando la coyuntura económica a nivel mundial tiene a algunas materias primas transándose cifras beneficiosas para los productores, en particular el precio del cobre, contamos con recursos que deben ser dirigidos a los sectores populares y a sus necesidades.
Desde el punto de vista del procedimiento, para comenzar a implementar un Sistema de Fijación de Precios en Chile, ni siquiera se requiere una modificación legislativa – repito, si se tuviera la “Voluntad”- ya que bajo la actual Constitución Pinochetista, a saber, la dictación de un Estado de Excepción Constitucional de Catástrofe por Calamidad Pública amplía considerablemente las facultades que tiene el Gobierno en materia de derechos fundamentales, siendo uno de ellos el derecho de propiedad.
Así, el Art. 43 de la Constitución señala que “Por la declaración del estado de catástrofe, el Presidente de la República podrá restringir las libertades de locomoción y de reunión. Podrá, asimismo, disponer requisiciones de bienes, establecer limitaciones al ejercicio del derecho de propiedad y adoptar todas las medidas extraordinarias de carácter administrativo que sean necesarias para el pronto restablecimiento de la normalidad en la zona afectada”.
Al ser la Fijación de Precios una limitación al ejercicio del derecho de propiedad, es posible concluir que es perfectamente factible, y sería constitucionalmente legítimo establecer medidas de Control de Precios.
Más allá de esperar, que el gobierno de Boric asuma un rol a favor de las grandes mayorías o que el neoliberalismo chileno decida por sí solo “bajar la intensidad de la explotación” el deber de las organizaciones a favor de la defensa de los derechos de los trabajadores y de los pueblos y aquellas instancias militantes que buscan la transformación social en la dirección de la superación del neoliberalismo para instaurar una sociedad de mayor igualdad y justicia social, donde el desarrollo de todos los aspectos materiales y espirituales del ser humano no vayan en contra del bienestar de la naturaleza, debemos luchar juntos, dejando atrás las diferencias y matices de las “diversas” izquierdas dispuestas al combate, rojas, negras, rojinegras, verdes y/o verde olivo.
En lo inmediato levantar la consigna de:
“Basta de abusos,
¡¡Fijación de Precios Ahora!!”
Referencias Bibliográficas:
- Inurrieta, Alejandro (25 de enero 2022). Control de Precios en un mundo Capitalista. Disponible desde Internet: https://www.eldiario.es/opinion/tribuna-abierta/control-precios-mundo-capitalista_129_8687052.html. Revisado el 3 de abril 2022.
- Meller, Patricio (2016). Un siglo de economía política chilena. Editorial Uqbar, Santiago de Chile.
- Weber, Isabella (enero 2022). Could strategic price controls help fight inflation?. Disponible desde Internet: https://www.theguardian.com/business/commentisfree/2021/dec/29/inflation-price-controls-time-we-use-it. Revisado el 23 de marzo 2022.
- Ídem.
- Radio Bío-Bío (27 de noviembre 2021). “El programa de Boric es socialdemócrata”. Disponible desde Internet: https://www.biobiochile.cl/especial/bbcl-investiga/noticias/entrevistas/2021/11/27/el-programa-de-boric-es-socialdemocrata-las-definiciones-del-historico-viera-gallo.shtml. Revisado el 18 de abril del 2022.
- Keynes, John Maynard (2003). Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero. Fondo de Cultura Económica de México, México.
- Paz-y-Miño Cepeda, Juan J. (2022). Keynes, ¿todavía tiene algo que decir? Disponible desde Internet: https://www.historiaypresente.com/keynes-todavia-tiene-algo-que-decir/. Revisado el 25 de abril 2022.
- Reyno, Jaime y Dos Santos, Theotonio (2005). La economía mundial y América Latina. Tendencias, problemas y desafíos. CLACSO, Universidad de California.
- Cristi, Renato (2021). La tiranía del mercado. El auge del neoliberalismo en Chile. LOM Ediciones, Santiago de Chile.
*Victor Iturrieta es profesor de Historia y militante de UPA (Unión Patriótica), ex preso político del estallido social.